Notas

Economía Circular

El concepto de economía circular intenta aplicar el criterio natural de reconversión de procesos naturales, a la producción industrial.

 

 

La naturaleza es sabia.

Todo lo que la compone se recicla constantemente.

Plantas, animales, hasta nosotros mismos.

Nacemos, vivimos y morimos en una constante cadena de sucesos, donde cada paso se

conecta con el siguiente.

Nada se pierde ni se desecha, en un círculo virtuoso de vida.

A eso llamamos un proceso circular.

 

Nuestra producción de bienes, en cambio, esta dada a través de un proceso lineal.

Los productos necesitan materias primas extraídas del medio ambiente, se producen, se usan y se tiran en una secuencia extremadamente peligrosa en ambos extremos.

Extraemos recursos naturales, muchas veces irremplazables, y desechamos productos generando basura y polución.

 

El concepto de economía circular intenta aplicar el criterio natural de reconversión de procesos naturales, a la producción industrial.

La bolsa plástica donde ponemos los productos al salir de un supermercado, cuya utilización estimada es de 30 minutos, tarda 400 años en biodegradarse. Es justificable?

 

Un producto tecnológico es cambiado por otro, desechando el anterior.

Todo esto bajo un criterio de obsolescencia programada, ciertamente exitoso a nivel comercial, pero sumamente peligroso para el medio ambiente.

 

Generamos basura de todo tipo, cuyos pequeños e informales sistemas de reciclado absorben sólo una pequeña parte para su reutilización.

 

La economía circular nace desde el propio diseño del producto, pensándolo como una parte de un sistema, donde su destino final no será el descarte sino la reutilización de sus componentes.

El ejemplo clásico es el packaging.

Podemos tirar un blister plástico que llevará años en biodegradarse, o reutilizar un contenedor de material compostable que será abono para la tierra.

 

Pero que pasa con otros bienes, como los electrodomésticos, que no pueden ser

biodegradables.

Aquí entra en juego un concepto más amplio.

Reemplazar la cultura de usar y tirar, por la de usar y renovar.

Muchos componentes de electrodomésticos son reutilizables en otros procesos o productos.

 

Claro, esto debe ser pensado de ante mano, desde el diseño del producto para que este sea apto para reutilizarse, o para aprovechar componentes ya usados.

Inclusive yendo mas allá, en lugar de comprar un producto, tener su licencia de uso, donde este se recambiaría cada determinado tiempo, reutilizando los componentes del modelo viejo en uno nuevo o en otro producto.

 

Pareciera que todo cierra.

Pero hay un punto débil en esta cadena, la recuperación del material ya utilizado.

Generalmente esta actividad esta en manos de pequeñas cooerativas que hacen gran parte del trabajo manualmente, y a la larga se limitan a la recuperación de algunos elementos como plásticos y cartón.

No existen actualmente, grandes sistemas y procesos de recolección o recepción de bienes para su reciclado.

 

Probablemente esto vendrá a partir de un cambio cultural que seguramente estará liderado por los consumidores, cada vez más atentos a la conducta medio ambiental de las empresas.

La economía circular no se trata de acciones individuales, sino que toda la sociedad incorpore el concepto y que las empresas se complementen unas a otras en el diseño, uso y reutilización de materiales.

 

Con el consumo actual, necesitamos dos planetas tierras para mantener el equilibrio de recursos.

Obviamente tenemos uno.

 

Para concluir, un dato tal vez no muy conocido.

En el centro del Pacífico Norte, existe un conglomerado de desechos de 1.400.000 km2 conformado básicamente de plásticos, llamado “La isla de la basura”.

Esta isla, que tiene una superficie mayor a la de España, Francia e Italia juntas,

queda atrapada en las corrientes marinas que atraen los desechos arrojados desde los barcos y desde las costas de Estados Unidos y Japón.

 

Esta enorme cantidad de materia prima bien podría ser utilizada para construir infinidad de bienes, mientras limpiamos los mares de polución.

Seguramente muy cerca nuestro habrá otras “Islas de la basura” para aprovechar, y darnos cuenta el potencial económico de esta manera de pensar la creación,

consumo y reutilización de bienes.